viernes, 19 de octubre de 2018

Carta Pastoral Domund 2018: “Cambiemos el mundo desde Jaén”


Queridos diocesanos:
Os escribo para compartir con vosotros un asunto de especial interés. Os pido, por eso, que no lo acojáis como uno más entre tantos de los que os vamos a hablar en estos días de comienzo de curso pastoral, aunque todos sean importantes. Cuando hablamos del DOMUND entramos en un asunto muy esencial, y en un terreno que nos sitúa en lo más específico de la Iglesia, en la Misión ad gentes. Hablamos del envío de Jesús en estado puro: “Id a anunciar el Evangelio por todo el mundo”.
Como sabéis, en estos tiempos hablamos mucho, y hacemos bien, de una Iglesia en salida, y acogemos esta invitación como una hermosa novedad. A veces da la impresión de que se olvida que la Iglesia siempre ha estado en salida. Lo ha hecho en cada época de su historia, aunque no siempre lo haya manifestado de un modo muy explícito. Hasta hace poco ser Iglesia en salida era fundamentalmente labor de los misioneros y misioneras, enviados por las Diócesis y por las Congregaciones religiosas a evangelizar en zonas en las que aún no había calado a fondo la siembra del Evangelio. Los misioneros iban a lo que llamábamos tierra de misión. En realidad, aún hay muchos lugares y zonas del mundo que necesitan el envío misionero, ahora sobre todo para el apoyo en su crecimiento de la implantación de la fe; pues hay comunidades cristianas a las que aún les faltan recursos.
La labor de los misioneros y misioneras siempre tiene un objetivo: llevar a Cristo y su Evangelio para que dé vida en el corazón de cuantos le conozcan y crean en él. Lo llevan con la creatividad y novedad apostólica de la Iglesia, que sigue apostando por el bien y la salvación de las personas en todos los lugares y situaciones. Por eso, desde la misión del anuncio de Jesucristo se ofrece dignificación humana y social. La misión, en realidad, lo que pretende siempre es cambiar el mundo, hacerlo mejor, más digno y justo, hacerlo Reino de Dios.
“Cambiar el mundo” es el lema certero con el que se presenta este año la Jornada Mundial de Misiones, que se celebra el domingo 21 de octubre, mes misionero por excelencia. Con audacia OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS, guiada en España por nuestro querido Don Anastasio Gil, que este año nos animará desde la Casa y el Corazón del Padre, ha encontrado este significativo lema, y en su cartel han recogido todo lo que la Iglesia hace a través de sus misioneros y misioneras para cambiar el mundo. El misionero saca la fuerza y la imaginación para cambiar el mundo de su condición de “discípulo” que siempre lleva en el corazón la pasión misionera por la transformación de, la humanidad, sintiéndose enviados porJesucristo, al que conoce y ama.
No obstante, esta llamada universal del DOMUND es una responsabilidad de todos en la Iglesia; ser discípulo misionero de Jesús es la orientación y el estilo de la vida cristiana de todos. Los miembros del pueblo de Dios estamos llamados a sentirnos misión, a llevar la misión como lema de vida. De un modo especial, en este octubre misionero, que será un mes también sinodal, el Papa Francisco invita a los jóvenes a encontrar en su corazón el tesoro de ser misioneros.
Por mi parte, invito a todos cuantos os llegue la noticia de esta iniciativa de la Iglesia, y en especial a cuantos compartís fe y vida asiduamente en la Eucaristía del domingo en vuestras comunidades cristianas a que os suméis de corazón a esta iniciativa universal de la Iglesia, la de ir poco a poco cambiando el mundo con todos los medios a nuestro alcance. Pero, este año, hacedlo conscientes de que la motivación que nos mueve a todos en la acción misionera no es otra que darle una nueva impronta evangélica a la Iglesia, servidora del mundo. No obstante, no lo olvidéis, el DOMUND necesita que nuestro corazón creyente esté profundamente arraigado en Cristo. Sólo en Jesucristo crecerá nuestra generosidad para darnos cuenta de que hemos de ser el apoyo de nuestros misioneros, avanzadilla de todo el bien que la Iglesia hace inter gentes. Esa generosidad ha de empezar por nuestro apoyo espiritual a su misión.
Pero esa generosidad ha de llegar a manos llenas también con nuestro apoyo económico. El Obispo desea, de todo corazón, que nuestra Iglesia diocesana coopere económicamente con la Iglesia misionera. Será así como participaremos, como Iglesia misionera, en un cambio del mundo. Apoyemos económicamente la misión de tantos hombres y mujeres, sacerdotes, consagrados y laicos que realizan,  desde  su conciencia misionera bautismal, la maravillosa tarea de evangelizar.
Cambiemos el mundo con generosidad desde Jaén, desde la Diócesis de Jaén.
Con mi afecto y bendición,
+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén