Hermanos sacerdotes:
Con vosotros me quiero dirigir a toda la comunidad cristiana de la diócesis de Jaén, y os pido que acerquéis también esta carta a cuantos quieran colaborar con este bien social para los más pobres del mundo, que es Manos Unidas en España. La dirijo, por tanto, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran tenerla en cuenta para reflexionar y reaccionar ante lo que os voy a comentar y pedir.
Se acerca la fecha del acontecimiento central de la Campaña contra el Hambre, que dura todo el año, todos los días, todos los minutos. Sin embargo, en estos primeros días de febrero se nos llama la atención, a través de diversos actos, sobre el objetivo que se pretende alcanzar; se nos concreta en qué proyecto podemos colaborar. Como sabéis muy bien, la Campaña la promueve la Asociación de la Iglesia Católica en España Manos Unidas, y en ella llama nuestra atención, a través de la vida ordinaria de las parroquias, sobre la situación de pobreza y marginalidad de países, colectivos sociales y personas del mundo entero.
En esta ocasión se sitúa, una vez más, en la preocupación que dio lugar a la creación de Manos Unidas en el seno de la Iglesia: el hambre en el mundo. Se sigue recordando que 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo; y como contraste escandaloso se recuerda también que 1/3 de nuestros alimentos acaba en la basura. Como veis, no puede ser más concreta y gráfica la llamada de atención que nos hace: por un lado, muchos millones de personas no tienen qué llevarse a la boca todavía y, por otro, otros muchos millones de personas en el mundo, sobre todo, en los países más ricos, tiran y desperdician 1/3 de lo que tiene para llevarse a la boca.
Es por eso que esta campaña tiene, a mi modo de entender, algunas intenciones muy concretas: seguir llamando la atención de cuantos afortunadamente podemos comer, para que no olvidemos jamás a los que no comen. Manos Unidas quiere tender el apretón de manos solidarias entre estos dos mundos, que aún siguen estando tan distantes. Para ello reclama la toma de conciencia de los que más tienen, en los que quiere provocar el compromiso solidario de una contribución que vaya rebajando la distancia entre las posibilidades de los seres humanos.
Pero es también intención para la Campaña contra el Hambre de este año, buscar un cambio de mentalidad, para combatir las causas y problemas que provocan y mantienen el hambre en el mundo. Por eso el lema es tan significativo: “El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida”. Se trata de provocar en toda la sociedad un compromiso mayor de lucha contra el hambre, que pasa por el rechazo del desperdicio de alimentos. Se pide en esta campaña que se pongan las soluciones que necesariamente haya que adoptar para un cambio en el sistema alimentario y, en consecuencia, para una vida más solidaria y sostenible. Propone sobre todo, acabar con la especulación con la que se controla la producción y comercialización de los alimentos, y llama a un gran pacto mundial por una agricultura sostenible. En fin, y para ser concretos, os invito a que un año más nuestras comunidades parroquiales colaboren con Manos Unidas, de la que sois, como sabéis muy bien, sus pies y sus manos.
En el contexto de la Eucaristía Dominical, en la que comemos el Pan de fraternidad, hemos de crear en las misas del domingo 12 de febrero, un clima de solidaridad que nos lleve a colaborar en la colecta con los proyectos y las propuestas que se nos hacen este año de 2017 en la Campaña contra el Hambre. A Jaén nos han propuesto financiar varios proyectos distribuidos por arciprestazgos. Lo haremos con nuestra ayuda económica, sería muy conveniente que también lo hagamos con el cambio en nuestro uso de los alimentos, para de este modo contribuir a una cultura que lleve a un sistema alimentario más justo.
Muchas gracias a todos, en nombre del Señor, que nos invita a contemplar la “carne sufriente de los pobres”, como nos recuerda el Papa Francisco. Con mi afecto y bendición.
+Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén
Obispo de Jaén